Salvador Allende Castro, el padre, vivió en Tacna durante la ocupació chilena. A inicios del siglo XX, La Moneda juzga improbable ganar el plebiscito. Entonces opta por la chilenización compulsiva. Tacneños, ariqueños y tarapaqueños (peruanos) son objeto de asesinatos y vejámenes. No pocos deportados vía marítima. Con apoyo solapado de las autoridades chilenas, ganan la calle cuerpos civiles armados. Como "Liga Patriótico Militar" imponen el matonaje. La paliza y la pedrada atemorizan a los plebiscitarios peruanos. Se les clausura escuelas y boicotea tiendas. Hay prohibición para los chilenos de cultivar amistad con "los enemigos de la patria".
El profesor Pedro Godoy Perrín describe en su obra "Socialismo del siglo XXI" (Santiago, 2004, pág. 76) que Salvador Allende Castro, fue cabecilla de la "limpieza étnica" en Tacna, en vísperas del prometido -y jamás efectuado- plebliscito. El historiador Jorge, Basadre, en su obra "Mi infancia en Tacna" (1975) describe que "Cuando quedó destrozada, con las más cuidadosas precauciones técnicas, la imprenta de El Tacora la misma noche del 20 de julio de 1911 en que igual atropello liquidó a la de La Voz de Sur, cree la familia Freyre que intervino una persona entendida en esos menesteres y adjudica tan dudoso honor al abogado Salvador Allende Castro". Sobre Allende describe el cronista Freddy Gambeta: "Él era un abogado con mucha influencia. Era un orador enfervorizado que movía a las masas a favor de Chile. Evidentemente fue enviado con una misión. Hubo una noche terrible en julio de 1911. Los obreros que estaban construyendo el ferrocarril Arica- La Paz fueron convocados para participar en una manifestación en contra de los periódicos 'La voz del sur' y 'El Tacora', que defendían la causa peruana. Pero sorpresivamente, cuando están regresando a Arica su tren 'se descompone' y todos ellos tomaron las calles arengados por Allende padre. Destruyeron el Club de la Unión, empastelaron las imprentas de los periódicos, apedrearon la casa de Basadre y saquearon diversos comercios.
En esa epoca Federico Barreto compuso el poema "El Altar del Sacrificio" a la que Salvador Allende, respondió. En el "Diccionario historico y biográfico para Chile" (Santiago 1925, pág. 450) de Virgilio Figueroa expone: 'Don Federico Barreto, aunque nacido en Tacna bajo el dominio chileno, es un peruanófilo recalcitrante, que ha hecho activa propaganda en favor de la patria que ha preferido. En homenaje a ella y al Morro de Arica, escribió un soneto que tituló El Altar del sacrificio, arrancador de aplausos entre sus compatriotas...Pero, sin duda alguna, quien mejor lo refutó, por la tranquila y demoledora ironia de su trabajo, fue don Salvador Allende Castro, residente a la sazón en Tacna, que tomó el soneto de Barreto y lo impugnó usando las mismas palabras terminales de los versos de aquél'.
El Altar del Sacrificio. por Federico Barreto El Morro se levanta soberano y parece, en la playa que represa, un león que acechara alguna presa, tendido en las orillas del Oceano. Su origen, para mí, no es un arcano. Los titanes, ardiendo en rabia aviesa, le pusieron allí tras ruda empresa, para tocar el cielo con la mano. Sobre ese altar inmenso y solitario, Bolognesi, el titán de alma de acero, sucumbió como Cristo en el Calvario. Y hoy, tanta gloria de los dos se expande, que, al recordar al mártir y al guerrero, nadie sabe decir cuál fué más grande. | El Morro. por Salvador Allende Castro No obstante que se alzaba soberano en la playa sirviendo de represa, los chilenos hicieron fácil presa de ese inmenso atalaya del Oceano. Desde entonces para nadie es un arcano que, contra el Odio y la Maldad aviesa, siempre triunfa el valor, aunque la empresa sea tocar el cielo con la mano. Sobre el peñón inmenso y solitario, donde hizo estragos el mortal acero y héroes mil hallaron su Calvario, Hoy brilla ufana y su esplendor se expande, desde el invicto tricolor guerrero, de todas las Estrellas la más grande. |
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