Detalle de la construccion de la pared de la Plaza Circular |
construían dentro de un régimen regular, en retículas de dimensión variable.
Algunos espacios por rellenar eran dejados libres. Esto se conseguía colocando grandes piedras sobre los muros vecinos para que funcionaran a manera de vigas. Así se formaban recintos angostos —pasadizos o galerías— cuyas paredes estaban enchapadas con piedras seleccionadas o simplemente cubiertas con una gruesa capa de revoque, que suavizaba las irregularidades, a veces muy graves, del paramento. Las vigas estaban hechas de piedras largas y gruesas, que medían siempre 80 cm o más que el ancho del recinto. Todo indica que las vigas también estaban cubiertas con barro, según los restos que quedan de los revoques.
Las galerías formadas de esta manera se convirtieron en un elemento muy importante de los edificios. Ellas lograban cubrir varias funciones, desde canales de drenaje para evacuar las aguas de la lluvia, hasta recintos secretos, ductos acústicos, ventiladores y probablemente depósitos de ofrendas. Por lo tanto su altura —más que su ancho— varía de acuerdo a su función. En algunos casos tenían una altura superior a la promedio de un hombre, es decir 1,80 m o más, pero en otros tenían 50 cm o menos, cuando se trataba de un ducto de ventilación o de drenaje. El ancho de las galerías obedecía más a la técnica de construcción, de modo que había una cierta tendencia modular que hacía que la mayoría de estos pasajes fueran angostos: un promedio de 1 m para los de techos altos y menos de 1 m, en dimensiones variadas, para los ductos y canales según la función que cumplían.
Dibujo de la Puerta Frontal del Templo Nuevo de Chavin de Huantar |
Los exteriores de los templos eran enchapados con piedras labradas cuyas caras paramentales eran planas. Hay sectores en los que tales enchapes eran de piedra cara vista y de un acabado exquisito, con las caras pulidas y los ángulos refinados en escuadra. Otros enchapes más toscos servían obviamente para acabados enlucidos, que, según los fragmentos identificados en las excavaciones en el atrio del Templo Antiguo, eran de arcilla que estaba además pintada de crema y rojo.
Cara vista o no, los paramentos exteriores son impresionantes por el tamaño y la calidad del material empleado. Se trata de enchapes megalíticos, que, a la par que le daban solidez a los rellenos —dispuestos en talud— que constituían el núcleo de la construcción, formaban una sólida edificación gracias a que tenían un aparejo concertado que se armaba a partir de grandes bloques combinados con más pequeños, cementados con arcilla de alto nivel de cohesión.
Algunas de las piedras de los paramentos tienen 3 o 4 m de largo, aunque en promedio tienen 1,50 m o menos y un ancho modular que hace posible su alineamiento en hiladas de grosor alterno. Parece que en el Templo Antiguo era dominante una alternancia de 1-2-1, es decir de hiladas de ancho simple alternadas con hiladas de ancho doble. En el Templo Nuevo la alternancia generalizada era de 1-1-2-1-1, consistente en dos hiladas de ancho simple alternadas con una de ancho doble. La diferencia cronológica de ambos templos no parece, sin embargo, sistematizable hasta que no se hayan hecho más exámenes de la superposición de los paramentos. Además, aparentemente en el Templo Antiguo se usaron ambos tipos de paramento, prefiriéndose el último para los de acabado fino.
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