En "El templo del Sol", Tintin y el Capitán Haddock viajan hasta el Perú en busca del profesor Tornasol, al cual encuentran a bordo de un barco con destino a ese país llamado Pachacámac, pero no consiguen liberarlo. Tras muchas investigaciones, se dan cuenta que Tornasol podría estar recluido en una pirámide inca en medio de la selva, último lugar de asentamiento inca, por lo que deciden ir hasta allá.
Luego de cruzar los Andes y la selva (en compañía de un joven del lugar llamado Zorrino y que les sirve de guía), llegan hasta el sitio donde se ubica la pirámide. Son hechos prisioneros y se enteran que Tornasol iba a ser sacrificado junto con ellos, por cometer el sacrilegio de ponerse una prenda de una momia sagrada. Finalmente, Tintin se vale de una astucia (un eclipse ocurrido en ese mismo lugar) para liberarlos a todos y regresar juntos.
En esta aventura, cuando llegan al Callao, Tintin y su amigo marinero son recibidos por el jefe de la policía, quien luego de atenderlos les da la bienvenida con un brindis singular.
Dice el jefe: “No nos preocupemos más por este incidente, y permítanme que les ofrezca un vaso de pisco, este excelente licor del país, que beberemos a la salud de su amigo Tornasol”. Más adelante, mientras pasean por las calles de la ciudad —algo picados, hay que decir—, el capitán Haddock comentará con Tintín las bondades del pisco: “Ah, qué pisco, qué rico pisco. ¡Es el día más feliz de mi vida!”.
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